Esta obra escrita en 1999 como una comisión de la dirección ejecutiva de Fundamusical, presidida en aquél entonces por el Sr. Igor Lanz, fue estrenada por su autor el mismo año con la Orquesta Simón Bolívar, y según el joven director y compositor, 2º finalista del premio Presences convocado por Radio Francia en 2014 y primer lugar del premio Simón Bolívar para jóvenes compositores Alberto González, esta pieza para gran orquesta "...representa una composición icónica dentro del catálogo de obras del compositor Juan Carlos Núñez, donde se aprecia de manera magistral su visión como creador latinoamericano de finales del siglo XX, dejando un invaluable aporte a la gran forma Sinfónica en el panorama compositivo venezolano". Asimismo, continúa González en su tesis de grado sobre esta 2º Toccata presentada a la Facultad experimental de Arte de la Universidad del Zulia, "...la obra se define como la retícula monotemática para gran orquesta sinfónica contentiva de diferentes parámetros métricos, dinámicos, agógicos, y, en concordancia con la morfología de su contenido, no intenta ser una glosa, o tema con variaciones, a diferencia de las obras del período nacionalista..." Desde mi punto de vista, en su meollo esencial, algunos lo asumirán como su Contenido, mas allá de la identificación de las herramientas formales descritas por Alberto González en su extensa tesis, la pieza conformaría en si misma un extenso agregado de rituales abismales y sagrados, una celebración tras otra de mitos y ceremoniales Inexistentes, puesto que su origen no estaría ilustrando ningún material folklórico ni popular preexistente, sino mas bien una concepción de ese Ser Latinoamericano, como si éste responde a un infinito imaginario permanentemente en evolución cíclica, donde la interacción de estos infinitos rituales y mitos es presentada por un complejo universo metafórico a oír o escuchar: La Orquesta.