Evoca una antigua selva imaginaria. Aquella donde floreció la civilización Maya en Guatemala, entre los años 300 a 900. Estéticamente busca incorporar a la expresión musical digital contemporánea, una paleta de colores derivados de nuevos instrumentos creados por el autor, conectados con culturas históricas y tradicionales mesoamericanas.
Las fuentes sonoras provienen de un conjunto de idiófonos y aerófonos derivados de instrumentos mayas precolombinos, como caracoles, conchas de tortuga, raspadores y flautas de caña, así también de otros instrumentos tradicionales mesoamericanos como la chirimía ( instrumento de doble lengüeta) y el tambor de agua, de origen Yaki. Los instrumentos mantienen los principios acústicos de sus modelos, pero muestran variantes ya en el tamaño o la forma de sus cuerpos resonantes, o en la manera en que son abordados. La mayoría se utilizan en grupos organizados por alturas haciendo posible densidades variables y texturas dinámicas.
Instrumentos complementarios utilizados son tubos de dispersión de sonido, hidrófonos (producen sonidos de burbujas moduladas), pares de calabazas frotadas o entrechocadas y grupos de calabazas ahuecadas, insufladas.
Después de ser grabados los sonidos fueron procesados digitalmente bajo procedimientos básicos de modulación en altura, filtraje, ecualización y desplazamiento.