La obra es un homenaje al cantante cubano Benny Moré que se expresa como una especie de simbiosis entre la música del Benny y la mía propia, un diálogo que va desde lo concreto/referencial hasta lo abstracto/deconstruido: citas de Oh Vida, Rumberos de ayer (un homenaje, a su vez, a Chano Pozo) y Babarabatiri, entre otras canciones, se encuentran con mi lenguaje, ya sea como algo que surge de él o como algo que lo genera (yo mismo no sé exactamente cómo sucede). Eso sí, no se trata de simples citas melódicas (estilo popurrí o rapsodia), sino que se incorporan y recrean la gestualidad, ciertos elementos de arreglo y utilización instrumental (como el uso del piano como instrumento de percusión), y construcciones polimétricas y polirrítmicas que provienen de la música de las grandes orquestas cubanas de los años 50 del siglo pasado. Así, estos elementos de origen popular se convierten en una expresión contemporánea. La pieza originalmente fue compuesta para un grupo de músicos que, durante mis años en la universidad, tocábamos bajo el nombre –entre nosotros– de “los rinocerontes”. De ahí viene el nombre de la pieza.