Esta obra solista, concebida como un trabajo monofónico, tiene como motivo principal que el trompetista pueda utilizar su instrumento como un objeto teatral, al coexistir en un lugar específico y al abordar recursos y efectos musicales contemporáneos. Esta obra, de cuatro miniaturas, es una peculiar entrada a un microcosmos llamado “proceso” en el que el músico puede explorar y conocer su instrumento de manera espiritual y bastante personal de tal manera que al momento de la interpretación ya sea una sola y espléndida entidad.